Ficción Española: La Zona
La Zona es una de las nuevas apuestas de la ficción española por parte de Movistar, un paso más dentro de la transformación que se está produciendo en el modo de consumir películas y series a nivel mundial, con multitud de plataformas -presentes, como Netflix o HBO, o futuras, como las del gigante Disney o Amazon- que van a generar una competencia que sin duda será positiva para la calidad de los productos a estrenar.
Desde hace unos años, las productoras norteamericanas de televisión han ido entendiendo que es necesario llegar a todo tipo de público, y que el apostar por series familiares no es siempre lo más adecuado. El éxito indiscutible de plataformas ya mencionadas como HBO y Netflix ha provocado que la ficción nacional haya apostado por la misma fórmula. Calidad y libertad creativa destinada a un público más "adulto" o más "seriófilo". Y esta producción, como la de próximo estreno, La Peste, del premiado Alberto Rodríguez, van en ese mismo camino.
Tras el éxito de Crematorio, la nueva serie de los hermanos Sánchez Cabezudo se desarrolla en el norte de España tres años después de un accidente nuclear (los creadores confesaron haber retrasado el proyecto tras la tragedia de Fukushima). El suceso ha impactado de forma brutal en las vidas de los protagonistas y en el mundo que les rodea. Eduard Fernández y Álvaro Fernández son dos policías que trabajan en "la Zona" -la zona de exclusión generada por la radiación- y Alexandra Jiménez es una médico encargada de la seguridad de los trabajadores que realizan las labores de descontaminación del lugar afectado por el accidente. El trío protagonista realiza unas interpretaciones sólidas, en especial, Eduard Fernández, actor al que no vamos a descubrir ahora, ya que siempre raya a un magnífico nivel. Al elenco protagonista se le unen unos secundarios muy inspirados -mención especial hay que hacer a Luis Zahera, interpretando a un cazador- que elevan la calidad de tan cuidada producción.
Estamos ante una serie con una factura impecable y un guión férreo, en el que las sorpresas se van sucediendo. A lo largo de los ocho capítulos vamos asistiendo, con un ritmo pausado y una atmósfera inquietante, a una serie de sucesos que nos dejan ver las miserias y los secretos que se han ido acumulando tras el accidente: asesinatos, corrupción, contaminación, contrabando, etc., mientras los protagonistas se enfrentan a las consecuencias de la tragedia y a los demonios de su pasado. Personajes quebrados y frágiles, al límite de sus emociones, pero que se enfrentan al impacto que deja en sus vidas el accidente de forma admirable, aunque su mundo se esté desmoronando. Queremos hacer hincapié en la fotografía y la luz empleadas, que hacen que el propio entorno se convierta en un personaje más. Se contagian la desolación y la desesperanza del paisaje y de los personajes al propio ánimo del espectador. A ello hay que sumar detalles escabrosos del asesinato que se nos presenta en el primer capítulo y que recuerdan por momentos a los escenarios post apocalípticos de películas como The Road (2009) más que a un paisaje propio del norte de España.
Siendo una serie que se toma su tiempo para ir desarrollando sus tramas, corre el riesgo de que muchos espectadores, habituados al consumo rápido y en "maratón", pierdan la paciencia antes de tiempo, creyendo que es otra serie más de asesinatos o un thriller policíaco más. Si consiguen superar el primer capítulo, estamos seguros de que se dejarán ir atrapando por su atmósfera y personajes. Es una serie clásica, de episodio por semana, pero creemos que le vendría bien poner a disposición del espectador la temporada completa.
Una vez terminada la temporada, con un final muy satisfactorio y a nuestro juicio bastante cerrado, nos preguntamos si es posible continuar con el mismo arco argumental en una segunda temporada o si los creadores nos van a sorprender con una nueva propuesta e historia basadas en los mismos personajes o en el mismo entorno.
Estaremos atentos.
Tito Guerrero
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